Érase una vez...
“Era el año 1794 cuando un pequeño niño se sometió a una intervención quirúrgica para que le extirparan un tumor. Me estremece pensar qué ideas me hubieran pasado por la cabeza si, situándome en el pasado 200 años atrás, y con sólo 9 años de edad, me hubiera tenido que enfrentar a la perspectiva del bisturí de un cirujano. Todavía no se habían descubierto los antibióticos. Louis Pasteur aún no había ilustrado la comunidad médica sobre la necesidad de la esterilización, y las anestesias químicas para controlar el dolor no se descubrieron hasta un siglo y medio después. Todo lo que se le podía ofrecer al niño era un cuento. Para ayudar a distraer su atención le explicaron una historia tan fascinante que posteriormente juró no haber sentido ningún tipo de molestia.
¿Es posible que un relato sea tan poderoso? ¿Puede prolongarse ese poder? Para ese niño ciertamente así fue. Dieciocho años más tarde ese mismo niño le entregó a un editor uno de sus propios cuentos. Ese muchacho se llamaba Jacob Grimm. ¿Cuál era esa historia? Blancanieves.
extracto del libro “EL EMPLEO DE METÁFORAS EN PSICOTERAPIA” de George W. Burns
Los cuentos pueden modificar nuestro modo de pensar, de sentir, y mejorar, enriquecer, fortalecer o reestablecer y consolidar un bienestar emocional deseable. Para ello los cuentos se dotan de elementos como parábolas, fábulas y metáforas, todas cargadas de simbología, que pueden facilitar los procesos curativos, ya que hablan directamente al corazón de cada uno.
Encontrar un lenguaje perfecto ha sido uno de los objetivos más deseados por los pensadores a lo largo de la historia. Una lengua capaz de explicar todas las sensaciones que el ser humano experimenta, capaz de resaltar las imágenes que pueblan nuestro pensamiento, los matices de los sabores y olores, el modo en el que el sonido de una voz o de una música es capaz de transportarnos a un estado de placer, de nostalgia o de excitación.
El cuento como herramienta que relaciona una emoción o pensamiento con una expresión sensorial, permite entender que el símbolo y lo que representa no es algo coincidente sino una relación intrínseca. El símbolo tiene sus raíces en las propiedades de nuestro cuerpo, nuestros sentidos y nuestra mente, que son comunes a todos los hombres. El lenguaje del símbolo universal, puede entenderse como lengua común de la especie humana, mientras que el lenguaje “convencional”, es un modo de entender el mundo.
Por todo ello, con tal de entender mejor lo que nos rodea y contribuir en cierta medida a un mayor bienestar, proponemos nos hagáis llegar vuestros cuentos. Cada mes seleccionaremos uno, y lo publicaremos con cada luna llena (en el Facebook del balneario y en la edición mensual de “La Voz de Gorafe”), hasta un máximo de 12 cuentos. Llegada la treceava luna llena, el cuento con más aceptación, recibirá un premio, premio que no se develará hasta haberse publicado el último cuento.